Su capital es la
ciudad de Ayacucho, bien conocida por la gran cantidad de iglesias que alberga, también conocido como centro artesanal del país (Ayacucho y Quinua), y por ser epicentro de dos encuentros bélicos; como la Batalla de Ayacucho (1824), que
puso fin definitivo a las pretensiones del reinado de España en Latino américa y
posteriormente las batallas que libraron los peruanos al mando del General
Andrés Avelino Cáceres en la resistencia en la sierra central, con la cual frenaron el avance de las tropas chilenas durante la guerra del pacífico.
El retumbe distante de
las campanas nos recibieron temprano al arribar a esta ciudad donde se respira
nostalgia e historia, una ciudad de estrechas calles que se iban abriendo a
nuestro paso, guiándonos por un pueblo tranquilo pero que durante el día iba
aumentando paulatinamente su flujo de gente piel de morena, curiosamente
amigable y bastante trabajadora. Fue allí donde conocimos a nuestro gran amigo Cristian,
quien se sumaría a nuestro viaje por la costa del sur del Perú.
Iglesia de Santo Domingo (1548)
Iglesia de Santo Domingo (1548)
Paseo en la Plaza de Armas.
Plaza de Armas de Ayacucho.
Memorial de los países participantes en la Batalla de Ayacucho, Plaza de Armas.
Artesanía en los techos de las casas, como parte de la tradición en busca de protección contra los maleficios.
Artesanía en los techos de las casas, como parte de la tradición en busca de protección contra los maleficios.
Mujer en el pueblo de Quinua.
Atardecer en Quinua.
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