Nos encontramos ahí, en ese pequeño parque olvidado
por muchos llamado Las Llaves, ubicado en Cañaveral, Floridablanca, Santander;
nos habíamos visto esporádicamente,
entablando siempre conversaciones breves. Siempre que nuestros caminos
se cruzaban, de nuestros labios fluía un saludo corto, invocando un destino,
“Parque Natural El Cocuy”, que sería el gran generador del viaje que iniciamos
y que aun no hemos terminado.
Hasta ahora, ese destino no lo hemos
visitado, pero sirvió para encontrarnos, para saber mutuamente que la pasión
que sentíamos por el viaje era impetuosa y necesaria.
Nunca antes habíamos compartido vivencias y
mucho menos experimentado viajes juntos.
Finalmente decidimos empezar el viaje hacia
la Guajira Colombiana, tomamos un bus en Bucaramanga que trasportaba mercancía
para Maicao. Los pocos puestos habilitados para viajar cómodamente ya estaban
ocupados, tuvimos que acomodarnos sobre cajas inmensas llena de tabaco y otras
especias. Después de 12 horas de largo recorrido llegamos a Maicao, municipio
habitado por musulmanes durante el siglo
XIX procedentes del Líbano, Siria, Palestina y Jordania, en donde se encuentra
ubicada la tercera mezquita más grande de Latinoamérica. Hoy en día Maicao es
un epicentro comercial gracias a su ubicación geográfica beneficiándose por el
flujo de mercancía Colombo-Venezolana.
Aprovechando nuestra corta visita en este
municipio, adquirimos los víveres necesarios para iniciar nuestro trayecto
hacia el Cabo de la Vela. Tomamos un vehículo que nos llevaría a Uribia,
denominada por sus habitantes como la capital Wayúu de Colombia. Los Wayúu son
una etnia nativa de estas tierras, con un idioma y costumbres propias, de piel
morena, de estatura pequeña, ojos profundos y rasgados. Estando allí, buscamos
un expreso guajiro, vehículo todo terreno adaptado para llevar grupos de
personas nativas y visitantes rumbo al Cabo de la Vela, fue en este vehículo
donde conocimos a la que sería nuestra compañera de viaje, su nombre es
Giorgina, proveniente de Grecia, venía
viajando sola desde Venezuela; iniciamos una amistad y un mismo destino.
El trayecto duró hora y media en carretera
destapada, hasta llegar a la costa; se podían ver los diferentes caseríos o
rancherías esparcidos al lado de la vía de estas tierras áridas, donde la brisa
corre encegueciendo la mirada con su arena extra fina y el cielo tan
voluptuosamente azul como sus mares.
El Cabo de la Vela es un pueblo de casas
distribuido frente a la costa del mar Caribe, sus gentes viven del comercio, la
pesca y el turismo. Al bajarnos del vehículo, pagamos 10.000 pesos por persona,
preguntamos por un buen lugar donde pudiéramos montar las carpas sin problema,
en esta búsqueda conocimos a la señora Margarita, quien nos abrió las puertas
de su casa junto a su familia que muy amablemente nos invitó a seguir a
instalarnos. La tarifa por día es de
7.000 pesos por persona. Estos lugares están adaptados con baños y
duchas, sin embargo, el acceso al agua
potable es limitado, por lo que se aconseja consumir siempre agua embotellada.
El Cabo de la Vela está lleno de contrastes,
sus playas exhalan una tranquilidad duradera gracias a su poco oleaje; sus
mares pasivos convocan una gran actividad animal, como los pelicanos que una
vez en el aire se lanzan en picada por su presa, estirando sus alas, emulando a
un cohete a punto de impactar, es un espectáculo que uno no se cansa de
observar, como las estrellas de mar, que estando al lado de la orilla,
moviéndose con lentitud y sus colores atractivos, pueden ser recogidas y admiradas.
A continuación compartiremos imágenes que
narran la experiencia que vivimos con las personas y los lugares durante 5 días
que permanecimos en este olvidado pero mágico lugar.
Llegada al Cabo de la Vela.
Familia de Margarita.
Familia de Margarita.
Familia de Margarita.
Familia de Margarita.
Familia de Margarita.
Familia de Margarita.
Cocina artesanal.
Cocina artesanal.
Preparación de arepa de huevo.
Rumbo al pilón de azúcar.
Vista desde el pilón de azúcar.
Vista desde el pilón de azúcar.
Vista desde el pilón de azúcar.
Vista desde el pilón de azúcar.
Artesanías.
Retrato.
Retrato.
Escaleras de la playa.
Retrato.
Escaleras de la playa.
Playa del pilón.
Retrato.
Retrato.
Niñas Wayuu.
Playa.
Pescando.
Retrato.
Niños Wayuu jugando.
Estrellas de mar.
Estrellas de mar.
Estrellas de mar.
Observando en el faro.
Vista desde el faro.
Apetitosa langosta.
Niño Wayuu jugando.
Jugando fútbol.
Niño Wayuu pescando.
Atardecer Cabo de la Vela.
Atardecer Cabo de la Vela.
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